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domingo, 6 de marzo de 2011

Hace poco más de un año yo vivía en un barrio de la Ciudad del Viento, llamado Melrose Place.
Melrose Place se levanta y esta sostenido por los cimientos de la Ciudad del Viento más histórica y antigua, donde hay una estatua de su fundador, casi rozando con el Ganchus, que debe ser la única que limpian en toda la ciudad (así que en cierto modo, era afortunada).
Por el norte le limita el río Iber, por el este el barrio de la Madalenae, por el sur el Centrus de la actual ciudad y por el oeste el Ganchus.
Melrose Place no deja de ser Centrus, pero es el histórico, es decir, el Cascus Historicus (así que en cierto modo, era muuuyyyy afortunada).
Todo era maravilloso, había encontrado una casa antigua de alquiler y barata, de techos muy altos (me encantan..), no tenía que coger nunca autobús urbano, vivía al lado de los bares donde salía, tenía el trabajo a 10 minutos andando, ya conocía gente en el barrio y sobretodo...iba a tener mi más deseada y anhelada independencia pobre.
(Os ubico con tantos detalles porque sé que Melrose Place y La Casa del Ruido y de Morti, van a darme para muuuchas entradas...así que es necesario)

Decidí llamarlo así cuando aún vivía ahí. El nombre se difundió  por mi parte a mi vecino y por parte de mi vecino y de mi misma al resto de los humanoides; así la denominación terminó difundiéndose poco a poco; y es de entender, puesto que la gente debió notar que encajaba perfectamente en el concepto comparativo que había creado y que reflejaba a la perfección el ambiente que había y sigue habiendo entre el barrio y aquella serie televisiva...
Estuve nada menos que la friolera de 5 años compartiendo piso con mi hermana SunSun.
(El porqué del nombre se entenderá perfectamente a medida que se avance en esta narración o en las sucesivas)
La cuestión es, que empecé a darme cuenta de que todo no iba a ser maravilloso cuando pasó el primer año...

La Casa del Ruido y de Morti, en La Ciudad del Viento
El edificio donde vivía era un edificio de 4 plantas con un principal, que era el rellano de la casa. Tenía dos pisos de sótanos, donde nadie jamás quería bajar;  por eso bajé yo un día, con linterna en mano (pero eso ya será otra historia..). La casa, y el edificio en sí, eran y son una cueva; no entraba la luz natural, más que en los pisos que daban chaflán, que no era el mío -una ventaja para el verano, en el que estabas de maravilla fresquita... pero una desventaja en invierno con el clima helador...aún con calefacción-.

PRINCIPAL: El Principal era una puerta, la de la calle, por la que entrabas después de arrastrarla como podías.. (pesaba tres quintales..) más unas escaleras que subían a los pisos y otras de bajada hacia los sótanos. Antes de subir, alguien con mala ostia..sin perdón, había colocado un espejo de cuerpo entero en el que siempre se reflejaba como con una neblina, la figura del que se quería ver y la bombilla amarilla que colgaba del techo, que daba una luz tan tenue que creías siempre ver a alguien más a contraluz.
La puerta se cerraba haciendo tal estruendo que si volvías pedo, se te pasaba antes de llegar a la puerta de casa; y por supuesto, daba igual en el piso en el que estuvieras.. te enterabas cada vez que se cerraba (aún metida dentro de la ducha o con Los Ramones a tope). Del mismo modo y sin más, oías a los 30 segundos la puerta del vecino que acabara de llegar, y si había subido con alguien o no, puesto que los baños de cada casa tenían un ventanuco de cristal translúcido que daba a la escalera. Así que si subías o bajabas sabías quién estaba en el baño en esos momentos, y si estabas tu mismo, oías perfectamente la voz del vecino en cuestión; o sabías quien era -si no hablaba- por  las formas de subir y bajar de cada uno, involuntariamente estudiadas (de una escalera en una y despacio, de dos en dos y deprisa, corriendo, cantando, silbando etc..).
En el Principal también estaban los buzones, todos reventados, en los cuales unos días estaba mi correo y otros.. me lo encontraba debajo de mi propia puerta de casa; después de que algún alma caritativa del edificio lo leyera y lo dejará ahí, para que supiera que lo que ponía en mi postal recién llegada...a partir de ese momento, era de dominio público de La Casa del Ruido.

PRIMER PISO: en el Primero Derecha vivía Angelines, nombre que nada le caracteriza y que voy a desterrar de su identidad ahora mismo, así que a partir de este momento, Angelines es Doña Ramona. Doña Ramona era una señora mayor que enviudó en el siglo I después de Cristo y que tantos años llevaba echando de menos al marido y creyendo verlo en cada esquina de la casa, que había enloquecido. Nos cantaba por las mañanas, los fines de semana, en el patio de luces mientras tendía la ropa canciones varias de un repertorio olvidado por cualquier humano de nuestro tiempo. Gracias a su detalle, las resacas eran un estado permanente desde el sábado al punto del alba hasta el domingo de madrugada.
Doña Ramona se pegaba el día hablando sola por casa; hablando sola mientras fregada las escaleras del edificio pegando la oreja a las puertas; hablando sola durante horas, murmurando y maldiciendo en voz baja y continua, después de echar broncas a grito pelado a los orgasmus, y así pasaba su vida...hablando sola.
El resultado es, que Doña Ramona nunca escuchaba a los demás y se tomaba la justicia por su mano cuando los ataques de locura repentinos se apoderaban de su cuerpo; es decir, cortaba el suministro de electricidad y agua sin más, mientras como un fantasma a oscuras por las escaleras de La Casa del Ruino, daba alaridos y echaba espumarajos por la boca - en esas ocasiones, ningún vecino hacía ni el más mínimo ruido-..
En el Primero Izquierda no vivía nadie. El piso, según supe en su día por mi vecino de rellano al llegar, eran unas oficinas. Pero unas oficinas de las que nadie sabía nada...ningún rótulo en la puerta de la calle, ningún rótulo en la puerta del rellano. Nada. Solo de vez en cuando.. se oían por las mañanas algunos pasos y alguien que abría o cerraba la ventana y la puerta. Nunca logré ver en persona a esa persona.

SEGUNDO PISO: en el Segundo Izquierda vivíamos SunSun y yo. El piso estaba todo reformado de cabo a rabo, así que cada vez que subía algún amigo o amiga se quedaban todos estupefactos alabando la suerte que teníamos por vivir ahí, tan cerca de todo, y pagando un precio de alquiler tan razonable. No sabían que esa era la Casa del Ruido y de Morti.
En el Segundo Derecha vivía el Exprimidor de Limones, mi vecino, un tipo la mar de divertido a la par que complicado, con el que me divertí y reí mucho y con el que compartí la mar de marujeos de Melrose Place sabiendo que nosotros mismos eramos objeto de múltiples marujeos, en el mismo lugar, pero equivocadamente. Afortunadamente, en Melrose Place también existían habitantes como SunSun, el Exprimidor de Limones, El Teletextero y yo, a los que casi nunca nos supuso dichos marujeos, más quebrantos que los de echar un par de gritos o ignorar a quien hubiera que ignorar; nos daba mas bien igual que un rumor fuera falso, puesto que sabíamos que desmentir un rumor en territorio comanche era más peligroso que difundir una mentira o una verdad, lo mismo daba.
Como dice mi querido Teletextero... al que quiere saber mucho...se le dice poco y alrevés.

Siempre nos llevamos bien el Segundo entero, a pesar de que El Exprimidor de Limones tenía unos horarios de sueño y habitabilidad muy distintos a los nuestros y cada vez que llegaba a casa por las noches, pegaba tal portazo a la puerta de su casa, que te despertabas de golpe de tu sueño en media centésima de segundo y pensabas... ¿qué ha pasado? ¿dónde estoy? ¿nos bombardean? ¿me atacan?... se lo dije muchas veces...pero el era así. El Segundo derecha y el Segundo Izquierda, como todos los pisos del edificio, estaban separados por ladrillos rojos de gominola, de esos que me gustan tan poco; así que el ruido y no ruido, todo...hasta las vibraciones, se expandían sutilmente hasta que llegaban a tu tímpano. Así, sin más, gratuitamente...; lo que hacía que te sintieras sin voluntad, puesto que era imposible no oír lo que no querías oír. Todos lo sabíamos todo de todos sin mover un dedo. Yo sabía cuando El Exprimidor de Limones meaba, porque su baño daba con el mío; tenía que poner el Pasapalabra a todo volumen para no escuchar sus conversaciones telefónicas; sabía sus horarios así como los horarios de los orgasmus (zona superior del edificio, zona de los sioux); cuando iba a entrar Doña Ramona o algún sueco por la puerta principal también lo sabía; sabía a que hora había puesto la lavadora cada uno y el tiempo que tardaban..
Si...lo sabía todo...sin poder evitarlo; hasta cuando Agustinus abría el Magnetismo, porque oía el ruido característico de su persiana, a la misma hora de siempre, todos los días menos los lunes.

Así vivíamos SunSun y yo...inmersas en un ritmo vital fluyente, intrínseco y disimulado que parecía normal siendo totalmente anormal. Cuando un día te fallaba un ruido te preguntabas...¿qué pasa hoy? algo se está cociendo..; pero no hacía falta hacer nada, el heraldo autoasignado ese día, gracias al suministro corriente de varias cervezas, te facilitaba gratuitamente y sin pedirlo toda la información noticial del día en Melrose Place.
De ahí que la decisión de salir de casa o no...fuera tan complicada.
Y es que no podías hacer un movimiento sin que alguien te viera...muchas veces llegué a sentirme como protagonista de una segunda parte del Show de Truman. Si tenías insomnio y a las dos de la mañana te asomabas por la ventana para mirar la calle (veías el aparato de alguien meando en el árbol de enfrente..-zona de bares..-), al día siguiente alguien te decía...ayer te vi en la ventana a las 2 de la madrugada con una bata marina.. al principio pensabas...jajaja que casualidad, que majos son aquí todos...y luego con la suma de ocasiones empecé a pensar.. ¿cómo? ¿dónde estabas si yo estuve mirando a la calle y no te vi? y empezabas a mirar los pisos de los edificios de enfrente...ahí tenía que estar la respuesta o el topo, y me sentía como la protagonista de La Ventana Indiscreta.

Continuará....

miércoles, 2 de marzo de 2011

Ayer fue un día muy estimulante...
Sin lugar a dudas el hecho que más causó ese estímulo fue la visita al Teatro Principal.
Sobra decir, para los que ya hayáis estado, lo maravilloso que es este teatro; pero es que tener la oportunidad de visitarlo desnudo y examinarlo poco a poco y zona por zona, fue un absoluto privilegio causante de que saliera después a la calle entusiasmada y encima de una nube, soñando por un momento en que lo que más me gustaría en el mundo es poder estar delante de un público inmenso (poniendo a Dios por testigo de empezar a practicar el arte de la interpretación sin esperar un día más).

Hoy, un día después, sigo con ese entusiamo que me inspiró por una hora el ser protagonista mentalmente de un sin fin de personajes y disfraces, que interpretaba como toda una artista, mientras mi público me ovacionada al final; hoy, sin embargo, como decía...sigo entusiasmada pero en la tierra, sabiendo que mi mayor interpretación, como mucho, lograré hacerla en la vida diaria, sino la he hecho ya..., y ya veremos sin con éxito o no...    
Y es que mi gusto por este arte me viene ya de pequeña.... Supongo que los que sean de familia numerosa de las de antes, me entenderán perfectamente, puesto que el hecho de tener siempre a tu disposición un espectro amplio de hermanos para jugar, hace que te sobre todo lo demás, hasta los juguetes, que en casos como los de mi familia, eran pocos y buenos. Así que Sunsun, Crudins y yo, ya desde nuestra mas tierna infancia, ahi en la tierra donde nacimos llamada Ilerda, haciamos nuestros pinitos teatrales domésticos (hay que decir que Crudins siempre fue un personaje eternamente utilizado por SunSun y yo, para llevar a cabo la manifestación de nuestros talentos...así, la pobre, tan pronto era disfrazada y colocada de árbol, como de pajarito, como de alumna con dos profesoras que le ponían deberes, como de telespectadora de noticias retrasmitidas desde unos estudios de televisión, como cliente de nuestra farmacia etc....). Como veis, nuestros sueños de pequeñas sobre qué queriamos ser de mayores divergian entre farmaceútica, periodista, profesora y artista. No esta nada mal... lo pasabamos en grande.



La metodología que seguíamos, teniendo en cuenta, que no habíamos ido nunca al teatro, era más o menos parecida a la actual. Lo primero que hacíamos SunSun y yo era escribir un guión partiendo de la base de los recursos materiales que ibas a necesitar y de los que disponíamos realmente. A partir de ahi, escribíamos juntas una historia teatral con tres personajes que interpretan y muchos otros que eran decoración; metíamos incluso canciones y hacíamos obras con cierto aire de musical (a lo cutre, claro); estudiábamos cómo conseguir efectos, por ejemplo, utilizábamos bicarbonato mezclado con agua cuando la bruja hacía pócimas etc... . Evidentemente, también nos hacíamos nosotras los disfraces y elaborábamos unos panfletillos a modo de programación y publicidad con la hora y fecha prevista del evento. Montábamos el decorado, poníamos siempre una silla por miembro familiar no participante en la obra, que nunca se llenaban, salvo por mi santa madre que terminaba tragándose al principio, todas las obras enteras (hasta que un día dijo...ahí os quedais, tengo cosas mejores que hacer...jajaja), y representabamos la obra. Al principio en primicia para mi madre, luego para un público ficticio. Aun recuerdo algunas obras...y me echo a reir.
Son unos de los mejores recuerdos que tengo de la infancia.
Para el que quiera saber sobre el Teatro Principal que lea a Amparo Martínez Herranz.

 

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