domingo, 31 de julio de 2011

Hace unos días, una amiga mía me envió el post de un blog (no el suyo) que se titulaba: Forget Friends With Benefits. Let’s Bring Back Lovers; o lo que vendría a ser en español... "Olvida a los amigos con derecho a roce (beneficios...), vamos a traer de vuelta a los amantes".
La escritora de la entrada, Jennifer Wright, hace una descripción de lo que supone a nivel de interrelación, estar bajo tres situaciones distintas en las que dos personas pueden interactuar, así como los beneficios y trastornos que ocasionan y la diferencia entre unas y otras.
Estas tres situaciones serían... la de estar en una relación de pareja, tener un amigo con derecho a roce y finalmente, tener un amante.
Antes que nada, voy a quitarme un poco el pasamontañas y voy a admitir que yo he estado en las tres situaciones y ninguna, de momento, ha acabado en buen puerto (que tampoco quiere decir que haya acabado en mal puerto); así que mi opinión sobre todas ellas tiene cosas buenas y cosas malas que me han servido al menos, en la vida, para saber lo que no quiero, y para no necesitar ni prismáticos en unas ocasiones...ni lupas en otras; es decir, a verlo todo en mayor o menor medida claro, tanto de lejos, como de cerca (sin dejar de ser persona que se equivoca..., eso es inherente a la condición humana).

Para Jennifer, está claro que como peor se puede estar, es con un amigo con derecho a beneficios...(entiendase, de intercambio de fluidos corporales); según ella (y yo comparto la misma opinión), raramente en una relación establecida como con derecho a roce, puede incluir una verdadera amistad, y es que, los lazos que se establecen, por mucho que una/o quiera evitarlo, están influidos por los sentidos.
Nadie (al menos yo estoy convencida de ello), absolutamente nadie (a no ser que estemos hablando de un ser sexuado asexual...) puede quedarse indiferente con la transmisión sensorial de información....la carga emocional que lleva eso, interactuando con una persona que conoces, pongamos amigo, es imposible que nos deje indiferentes.
Además....¿para qué querríamos quedarnos indiferentes? ¿no se supone que no hay nada mejor que disfrutar de alguien con los cinco sentidos?. Es evidente, que aunque hayamos querido mantener durante un tiempo una relación de este tipo, es más que probable que el pacto subliminal establecido para mantenerlo, tarde o temprano se rompa....¿porqué? porque somos humanos, si estamos agusto con "ese amigo" vamos a querer más, si estamos a disgusto con "ese amigo" tal vez ya no lo queramos ni como tal....
Puede terminar bien....puede terminar mal....

Perfecto....entonces, más de uno ya lo estará pensando...., si una persona no quiere complicarse la vida, ¿porqué no tener un amante?.
Bueno...evidentemente, para el que no quiere NINGUNA complicación es lo mejor, esa persona, además, lo más probable es que no sea persona de un/a amante...de tal manera que nunca repita con el mismo/a, sino que tenga un amante después de otra/o...mudando la piel como las serpientes. 100% sensaciones sin mirar atrás.
En cualquier caso, la dignidad siempre debe respetarse, al menos lo suficiente como para que no se roce la mala educación, la humillación o la falta de respeto. Creo que eso es sencillo, y es lo que marca la diferencia entre un amante elegante y un esgarramantas.
En este sector de amantes...hay muchisisisimos sin caché, demasiados....sino caen en la humillación, caen en la pérdida de detalles fundamentales.
Por otro lado, esta la persona que suele tener la misma/o amante durante un tiempo.
Esos amantes, tienen que aprender a ser amantes...no es como el que va de flor en flor, eso es fácil...no vas a volver a tocar la piel de esa persona, con no pensar y sentirte frívola o con una carga pesada por dentro, basta. Solo hay que seguir el protocolo, que para estos casos está tan marcado, que con no mearse fuera del tiesto, es suficiente.
Pero entablar una relación de verdadero "amante" durante un tiempo, que puede ser meses o años, es más laborioso..., es decir, es difícil asumir de primeras ese pacto si mentalmente no estás preparado/a.

Aprendes a ser amante con este tipo de amantes.
Estas personas que tienen pareja, pero necesitan estar con otras personas que les aportan otras cosas que no encuentran en su vida diaria, que sencillamente tienen un rasero moral particular, que ven la vida desde diferentes puntos de vista según la van viviendo, o que sencillamente....les aportan adrenalina; son los amantes que tratan a la tercera persona como si no lo fuera, es decir, en esta relación hay una interacción que no solo es sexual.
Estos amantes se cuentan cosas, impresiones sinceras e íntimas que van un poco más allá y que nunca caen en lo vulgar, precisamente, porque no es posible la traición; si tu confiesas, yo confieso. Si me jodes la vida, te la estarás jodiendo tu también....ese pacto es irrompible mientras dura la pasión y la conveniencia, y la pasión durará lo que tenga que durar, ni más ni menos.
Por ello los amantes pueden contarse cualquier cosa....sobre su vida amorosa (si la tienen), sobre su familia, su trabajo, sus ideas....todo. Estas relaciones tienen una garantía fuerte, que se disfruta plenamente y con gran satisfacción, mientras se tenga realmente asumido el papel de la obra teatral, las ideas claras sin salirse del papel. Aprendes ha hacerlo, y una vez que has aprendido, nada sale mal, porque las pautas de actuación son finas, precisas y perfectas. Hay complicidad sin compromiso, amor sin sentimiento, pasión sin promesas, confesiones sin penitencias.
Estos amantes  suelen terminar de serlo por dos motivos, el primero cuando encuentran el amor en otra persona y ponen fin a su pacto, respetando en el futuro ese vínculo secreto que los mantuvo unidos en momentos y días, y que a partir de ese momento saben y asumen con naturalidad y cordialidad, que ha terminado.
El segundo, suele ser porque la pasión o la atracción sexual se ha terminado, en ese caso tampoco ocurre nada....sencillamente se acaba, los encuentros se espacian y llega un día en que vuelves a casa y le escribes: no voy a verte más. Sin beso y sin nada.
¿Se puede llegar uno/a a enamorar de su amante? Por pasar, esta claro que puede pasar; pero ojo...este tipo de relación, no está hecha para que acabe en una relación de pareja....lo más probable es que cuando empiece ese noviazgo al mes estén aburridos el uno del otro.
Encontrarás poco a poco en esa persona aquello de lo que tal vez carecías antes, o sencillamente pensarás....si lo ha hecho conmigo...¿porqué no lo va a hacer con otra?
Nada le puedes decir....tu fuiste su amante.
En definitiva, lo más probable es que sea un fracaso total como relación de pareja.
Por ello en la relación de amantes existen reglas y acuerdos, que siempre deben establecerse desde el primer momento y aceptarse por ambos; si no queda establecido al principio...la culpa de lo que pueda suceder, siempre será del que no habló y no dijo cuando tenía que decir.
Estoy en contra de Jennifer, que en su post, afirma que la relación con un amante suele transformarse en una condena; está claro que no va a acabar en una relación de pareja, si es lo que pensábamos cuando iniciamos este tipo de relación, y supongo que a eso se refiere ella; pero es que tampoco todo el mundo, puede o sabe ser "amante"; el que lo sabe ser, obtiene beneficios de ello, y ésta parte se la salta Jennifer....un amante disfruta mucho sus momentos.

Finalmente nos encontramos con la relación de pareja, el noviazgo, matrimonio, pareja de hecho....
¿ese es el ideal de relación? creo absolutamente que si, al menos mis momentos más felices han sido en pareja, pero evidentemente....si estás con la persona adecuada; sino, puede ser tu mayor pesadilla....
Una pareja debe ser tu amante, tu compañero, tu amigo, tu imán, la persona que más te haga reír, y la que te entienda, la que te respete como eres, la que te ayude, la que esté a tu lado para lo bueno y para los malos momentos, la que te apoye y te meta mano donde sabe que te gusta, de día o de noche.
Evidentemente....eso es lo que todos anhelamos y queremos, y por eso....es lo más difícil de conseguir y de mantener, pero que alguien (que no esté en depresión) me diga que no vale la pena....seguro que no tendré ninguna respuesta.

Está escrito todo y nada....
en cualquier caso, el amor y las relaciones, nunca serán una ciencia exacta.
Jamás podremos dejar de sorprendernos con las circunstancias más inesperadas... la vida es enigmática, e impredecible...eso (si se puede sacar algo bueno) tal vez sea una de las delicias de vivirla.
En cualquier caso, nadie puede asegurarte, que en cualquiera de las tres situaciones no vayas a llorar...que no sentirás dolor..que no padecerás...que no sucumbirás.

Solo se una cosa, si algo es moralmente reprobable....es que te prometan felicidad y no te la den, que te digan te quiero a la cara y no sea cierto. Eso llega al alma.
Afortunadamente, mi conciencia está tranquila, jamás engañé a nadie que haya compartido conmigo un minuto y jamás he puesto los cuernos a ninguna de las personas que han estado conmigo; se me llena la boca al decirlo, y lo digo porque hoy en día, el respeto y el compromiso, se equipara a una partida al Tetris..
Nadie quiere padecer, nadie quiere arriesgar, nadie quiere responsabilidad, nadie quiere nada...que no sea uno mismo o para si mismo.
Será culpa también del capitalismo......y de la sociedad de consumo que hemos vivido, no lo se.... pero parece que es el cáncer del siglo XXI.

miércoles, 27 de julio de 2011

_________________ Lucas ____________




miércoles, 20 de julio de 2011

La entrada de hoy va de accidentes domésticos, los más estúpidos...los más improbables...los que entre tres millones de billones de trillones de probabilidades, tienen un 1% de posibilidad de hacerse macabramente realidad...y esa posibilidad me la meriendo yo. Estoy pensando que es una pena que esos momentos no puedan retratarse con una fotografía ya que suelen ser segundos malditos... porque serían dignas de un premio (no se cual... pero para eso está la patata...será por inventar), en honor al accidente más improbable y absurdo acontecido, con las consecuencias más desastrosas...

Con honor y cómoda resignación, llevo el apodo de "rompetechos" sobre mis espaldas..., acuñado por un testigo de muchos de estos pequeños desastres que parezco atraer como si estuviera imantada y sin apenas pestañear.
¿Cómo es posible que toque algo que esté compuesto por piezas y con tan solo mirarlo se rompa en mis manos? si...es posible..lo he visto y hasta yo me he quedado estupefacta mirando los tornillos que se han quedado en la palma de mi mano. Misterios inexplicables...o más bien...mala suerte. En mi cuerpo debo tener un imán hacia las cosas que silenciosamente están agonizando, pero dignamente sobreviven sin aparentemente notarse en algo, su deterioro. Ahí estoy yo, justo entonces, para tocarlas.

Pero además de destroza-cosas a través de poderes ocultos, tengo la virtud de atraerlas hacía mi cuerpo de manera elegante, pero fatal. Es el caso que va a ocupar el grueso de esta entrada.
No se si sería el objeto de un tercer, segundo o primer puesto en un ranking de infortunios, pero creo que quedaría clasificado...
Hará cosa de un año y un mes yo volvía de una temporada trabajando en el norte de Gales, en un pueblecito costero llamado Llandudno (si, me fui a Uk, a pesar de la animadversión que siento por "lo inglés"... en este caso..."lo galés"). Mi experiencia fue totalmente positiva en cuestión de llevar a cabo el objetivo propuesto, mejorar el idioma del lugar; no lo fue tanto en la adaptación al modo de vida...(más bien a mis condiciones de trabajo y habitabilidad), pero aún así me volví a España con planes de regresar a los dos meses con un amigo mio que iba a trabajar a Brighton (costa sur de Inglaterra), puesto que consideré que si ya me había vuelto a España pensando y hablando en inglés, sería dar una puntada rematadora al zurcido.
No quise ver, que animicamente estaba lejos de poder hacer cualquier cosa...como comprobé después, pero aún así me saqué un billete para Londres...que terminara por dejarme caer en Brighton.

Si ya hablé hace unas entradas sobre las casualidades de la vida o los caprichos del destino, está claro que mi destino no era volver al Reino Unido...
Dos semanas antes de coger mi vuelo, habiendo ya quedado en Brighton con mi amigo, que se había marchado un poco antes que yo, sucedió.
¿Qué que sucedió? lo que menos me esperaba que pudiera sucederme....
Uno de esos días, que como hija de familia numerosa, estoy acostumbrada a hacer, después de comer me puse a limpiar la cocina y los cacharros (en esa misma cocina que fue víctima de mi incendio). Mis padres, en su cocina, tienen un escurridor para los cacharros que es un armario...es decir, tu abres la puerta del armario y hay cuatro niveles de escurre platos. Este armario está colocado justo encima de la fregadera, a una altura por la cual el primer nivel queda a la altura de mi cabeza y el cuarto lo alcanzo con los brazos estirados y poniendo los pies un poco de puntillas. Si, es un armario alto para servir de escurreplatos-torre....no es que yo sea bajita..mido 1,70.
Aquel día fuimos para comer Dios y los 12 apóstoles = había mucho cacharrerío que no cabía en el lavavajillas...arrrgggg a fregar a mano...
Reconozco que fue culpa mía, pero no pensé que pudiera ocurrir nada. Fui colocando los cacharros bien amontonadicos para que se secaran bien, desde el primer nivel al más alto....; cuando me quedaba solo la tapa de la maldita olla a presión que fregar y dejar a escurrir...ésta solo cabía ya en el último nivel.
La tapa de esa olla a presión tamaño familiar ultraplus, de cuando vivíamos todos en el hogar paternal, pesa como un muerto ya frío.
La dejé a escurrir en el cuarto nivel como pude, se que la coloqué con algún riesgo pero no se caía...cerré la puerta del armario escurridor.
¡¡¡¡Oh maldición!!! viene la Lola con una taza de café que se le ha olvidado traerme antes de la mesa... argggg...vale, no pasa nada, la friego a mano y la dejo en el escurridor. Abrí la puerta del armario escurridor antes de fregar la taza, para hacer un estudio de campo previo y focalizar el lugar donde iba a reposar en aquel Circo del Sol.
En cuanto abrí la puerta, vi por segundos ralentizados y pausados como la tapa de la olla a presión asesina se dirigía a peso plomo a mi cabeza....desde el cuarto nivel...solo tuve dos segundos para poner una mano que frenara la efectiva posibilidad de abrirme el cráneo y dejar de hacer el paripé en esta vida para pasar a hacer el paripó en otra.
Dos segundos duró el rozamiento entre la tapa y mi cuerpo, lo justo para romperme un hueso, el escafoides de la muñeca izquierda (el escafoides de la muñeca derecha ya me lo había roto en otro de mis infortunios unos años antes...tenía que alternar). La mano se me hinchó tanto que parecía la de Popeye recién suministrado de espinacas, dando puñetazos al pesado de Brutus.
Me dolía todo el rato..no cesaba el dolor...y no cesó durante muuuuchos días.

Resultado = urgencias = resultado = escayola = resultado = revisión en una semana = resultado = se vuelve a escayolar = resultado = adiós Brighton (necesito las manos para trabajar).
Dichosa recuperación y tratamiento....estuve dos meses o más para que la muñeca no me doliera, en manos de varios traumatólogos a los que les sudaba la p----a mi muñeca. Determiné que si se me había pasado la oportunidad era porque se tenía que pasar, pero esa determinación...fue más bien motivada por el estado latente y malo en el que me encontraba. Evidentemente, se tenía que pasar la oportunidad, pero porque tenía que empezar a centrarme en lo más urgente, y en ese momento no era volverme al Reino Unido.

En cualquier caso, cuando la gente me veía escayolada y me preguntaban constantemente que qué me había pasado...me moría de la vergüenza de contar la verdad, aunque lo hacía de todas las maneras. La primera reacción general solía ser la de....¿me estás tomando el pelo no? y la segunda era la de... descojonarse del suceso y de la situación. A mi amigo le mandé un email contándole que no me esperara por allá arriba y lo que me había pasado...no se lo podía creer.

Y es que....¿cuantas probabilidades hay de romperse un hueso con la tapadera de una olla a presión, en una cocina? Deben de ser pocas...porque el médico sirio que me atendió en urgencias no lo podía entender, incluso repitiéndole mímicamente la escena...; y no quiso estar tampoco una eternidad para entenderlo, por el estado urgente en el que se encontraba mi extremidad.
Tal vez pensó que estaba loca o que le mentía...no lo se.

Rompetechos....rompetechos....

 

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