viernes, 11 de marzo de 2011

Como habéis comprobado, en este fluir sugestivo diario de relaciones vecinales e intercambios de confidencias disimuladas, averiguaciones regaladas, y traiciones leales; sin darte cuenta, habías asumido el rol del personaje escurridizo, silencioso y elegante, que no quiere manifestarse ni que le descubran en un desliz no rutinario.
Para eso, había que salir de Melrose Place, como bien sabían y siguen sabiendo todos sus habitantes.

Si la parte de La Casa del Ruido que podríamos llamar normal...(y ya estoy regalando Eurovisión a España) correspondía al primer y segundo piso; estaba la segunda parte, aquella que era objeto de los delirios de Doña Ramona que no le dejaban ni dormir ni descansar. Por otro lado, como a los demás; exceptuando al Exprimidor de Limones, que como se acostaba siempre muy tarde o llegaba a casa más tarde aún, la mayoría de las veces no se enteraba del calvo de cultivo que ocasionaba la crecida del Nilo...

TERCER PISO:  En el Tercero Derecha, cuando SunSun y yo llegamos, vivía un pareja con un bebé de ocho meses gordote y mofletudo, con coloretes rojizos, que eran propietarios del piso; la Mamita era la presidenta del edificio en ese momento... (luego le correspondería al dueño de mi casa, quién delegaría esa maravillosa labor a la persona que indudablemente más quiere).
Indudablemente también, Mamita estaba hasta los `huevos´ de lidiar con Doña Ramona cada dos por tres con sus quejas constantes y desvaríos múltiples....; ya tenía bastante con tener un crío agarrado a una teta, tener que subir escaleras arriba escaleras abajo, con el carrito a cuestas, y soportar las gloriosas fiestas orgásmicas de sus convecinos de enfrente y del piso superior.
Mamita un día que se despertó sintiéndose rara, tal vez como Noamelí, y oyó a su hijo oír su primera palabra...`fiesfa´..se dijo... que os den por el ------, yo me piro de aquí. Hizo las maletas y no nos dijo ni un sentido no-hipócrita adiós...que tanto eche de menos...
Así que el tercero derecha fue vendido y en el mismo momento que se firmaba su venta para acabar arrendado, ya había pecotosas y rubiotes nada oregoneses, en los antiguos y únicos aposentos del sentido común.
Yo llegué a la firme suposición y casi convencimiento, que los orgasmus se reproducían por coitus no interruptus et clonicus, en una nueva modalidad de reproducción natural y no se si evolucionada..., basada en un clonaje no asistido. La cuestión es... que ahí estaban... millones de trillones de orgasmus, todos iguales.

En el Tercero Izquierda, ocurrió algo aún peor....y simultáneamente a lo anterior. Cuando SunSun y yo llegamos, nuestros arrendatarios nos advirtieron que estaban pintando el patio interior y haciendo obras en el piso superior, es decir, éste, y que tuvieramos algo de paciencia, puesto que en el patio había colocado un andamio y por otro lado las obras de arriba iban a durar poco...
La traducción de `hay colocado un andamio´ fue...`ha nacido un andamio de la pared...´ porque ese andamio con los consiguientes "pintores" que creo que estaban colocados todo el día de tanto oler a pintura sin saber como usarla... estuvieron casi un año; así que a la cueva...había que aumentar más oscuridad aún, teniendo en cuenta que no existían persianas en la casa y que si corrías las cortinas salías en el Hola de Melrose Place...-----___----____

En estas circunstancias conocí al Licenciado Vidriera...
El Licenciado Vidriera era el dueño del piso; un estudiante de los que pasan la vida en la universidad sin terminar de acabar la carrera nunca... porque no hay prisa en esta vida. Era más o menos de mi edad, con unas pintas increíblemente clecas, que escondían una mirada de tranquilidad, segura para sí y poco tranquilizadora para los demás, bajo unas gafas de pasta por lo menos de los sesenta...
Vestía camisa de cuadros abotonada hasta el último botón, con el cuello bien planchado y almidonado, un jersey de punto todo de un mismo color, pantalones de pana y unas zapatillas de un color imposible de definir. El pelo muy oscuro, medio largo-medio corto, con gomina o suciedad...no pondría la mano en el fuego... que contrastaba con su piel lechosa, pero coordinaba con sus ojos negros inexpresivos, que no pestañeaban jamás.
Lo peor era su voz...seca..baja... que solo emitía frases simples y directas.
Había heredado el piso de su abuela y como personaje extraño, ya que bien podía parecer desde un cleco pajeador impulsivo con pelo pegado a la cara, hasta un caballero andante de princesas como fiona...; en cualquier caso, listo él, arrendaba el piso por habitaciones a precios estratrosféricos siempre a extranjeros de Erasmus, es decir, a los no inmigrantes con pasta de papi.
El hecho es, que yo lo conocí una tarde que al entrar a mi baño descubrí una filtración de agua que venía del piso de arriba...empezaba la fiesta...Shit!!!!! 10 de la noche, viernes, los obreros no vuelven hasta el lunes, he quedado a las 11, llama corriendo al dueño de tu piso para que te de el teléfono del dueño del piso de arriba, contacta con él, cuéntale lo que pasa, que vaya donde tenga las llaves del piso de arriba, que acuda, que compruebe que pasa y ya veremos.... resultado....adiós cena y bienvenido poco querido mal humor.
El hecho es, que el Licenciado Vidriera y yo, después de esperarle dos horas, subimos con una linterna al piso (puesto que no estaba hecha aún la instalación eléctrica) y comprobé alucinada como en lugar de ir directamente a la zona de donde era probable que viniera el agua...empezó a enseñarme el piso con la linterna, un frío que pelaba, sin suelo puesto (en el que te tropezabas cada dos por tres), sin ventanas y con tres toneladas de escombros.. el misterio fue que algún simpático obrero de la construcción, se dejó una toma de agua abierta...así que como no se veía nada, me calé hasta los tobillos... Cerró la llave de paso y se terminó mi único encuentro con este estudiante. Nunca más lo volví a ver...supongo que porque si después de la reforma del piso y de haber colocado a seis erasmus en él, hubiera aparecido...no hubiera pasado ni del primer piso...ni del segundo...

Así...se terminó de cumplir el círculo del territorio más salvaje nunca antes conocido...el territorio sioux europeo de La Casa del Ruido..

CUARTO PISO: Y es que en el cuarto...daba igual derecha que izquierda...también vivían orgasmus; pero estos ya, descendientes de dos generaciones de orgasmus que habían poblado anteriormente el lugar, estaban en un escalón evolutivo diferente, así que, gloriosamente y con gran esfuerzo, habían alcanzado el nivel de bípedos, por lo que ya no andaban a cuatro patas oliendo los culos de los demás y bebiendo de cualquier charco. Eso si...no hacían ascos cuando llovía sobre mojado u olían a perra nueva desde abajo.

En uno de los pisos vivía solo un extranjero, éste si inmigrante, puesto que no era orgasmus pero bien pasaba por uno de ellos. Se llamaba Graham.
Graham era único, pero no se de que especie...
Era el único asalariado extranjero del edificio, se había instalado desde hacía dos años en La Ciudad del Viento, no sabía porqué ni él, y trabajaba en una fábrica. El tiempo que no trabajadaba (e incluso yo diría que también trabajando) estaba borracho; borracho a todas horas, daba igual cuando lo vieras. De este modo, cada vez que te encontrabas a Graham, el creía que eras nueva en el edificio y no se acordaba de haberte visto jamás antes... era como estar metida en Memento sin ser la protagonista (bien podría haberle escrito la dirección de su casa y el piso en el que vivía en un brazo, con tinta indeleble..).
Pero a pesar de sus dosis etílicas, Graham siempre llamaba a nuestra puerta cuando estaba borracho, ¡¡¡solo paraba delante de nuestra puerta!!!
Se la abrías y en un inglés de borrachuzo, farfullaba palabros totalmente ininteligibles y te miraba a los ojos esperando que le invitaras a pasar... Con el mismo inglés, para entonces arcaico, siempre le decía lo mismo...donde vivía y que solo tenía que subir las escaleras para llegar a su casa...
Solo hubo una vez que me lo encontré sereno, fue en el Magnetismo. Al verle acompañado de otro chico y sin tener que apoyarse en ningún sitio, fui directa a hablar con él; como no...se quedó mudo y de piedra, no sabía quién era... se lo expliqué.
Le expliqué quien era yo y quien era él. Se enfadó cuando le dije que estaba frita de que borracho me despertara por las noches llamando a la puerta de mi casa.. se creyó que me lo inventaba todo y que estaba loca...pero que volvería a llamar a mi puerta si realmente yo vivía ahí... No se atrevió a comprobarlo.

De este modo queda configurada La Casa del Ruido y de Morti (lo de Morti, también será otra historia..) en La Ciudad del Viento. Esta configuración, al fin y al cabo, no era más que la de un partido de tenis...salvo que dadas las circunstancias, la red (el segundo) se rompía de tanto parar pelotas.
Doña Ramona ante la falta de candidatos a entrar en su equipo aún jugando con sacapelotas automático que tiraba a discreción, había dado por supuesto que El Exprimidor de Limones, SunSun y yo estábamos de su bando...y es que claro...nadie en su sano juicio podía imaginar que unos muchachotes guapos, españoles, solteros, jóvenes y aparentemente civilizados, fuéramos a ponernos a babear delante de rubias buenorras y tíos buenorros como armarios, pasando todos nosotros de la treintena.. imposible!!! Y si albergaba alguna duda, por si acaso, jamás se quejaba de nosotros...(aunque no se cortaba en dejarnos sin luz o agua igualmente...la guerra es la guerra...siempre hay víctimas civiles inocentes...) y claro está, al Exprimidor de Limones, como era el chico, le subía a casa hasta las pinzas que al tender se le habían caído en el patio de luces..

Aunque Doña Ramona no fuera santo de mi devoción, tengo que decir....que casi siempre tenía razón (lo que no justifica, en ningún caso, que fuera de John Wayne sin escopeta por el vecindario). Y es que, si un antropólogo no inocente (El Antropólogo Inocente, Nigel Barley -leerlo!!!-) hiciera un estudio sobre los hábitos y costumbres de este grupo social, tendría una subvención de National Geographic seguro...
Dichos hábitos obedecen a instintos bastante primarios y naturales, no reprimidos por la razón, en ningún caso, y que giran entorno a un paradigma: beber alcohol y no parar a pensar ni diez segundos al día.
Teniendo en cuenta que nunca es justo juzgar a otra especie sin conocer de primera mano el hábitat de donde vienen, un estudio antropológico de una especie fuera de su hábitat, debe comprender la posibilidad de que los comportamientos obedezcan a un proceso de adaptación que culmine en una integración con los de su misma especie... Pero en este caso...de la subespecie de la que tratamos, resulta que la  mala adaptación al medio era precisamente beber alcohol y no juntarse más que con otros orgasmus. Algo que los de nuestro hábitat hacemos sin sentido común, pero con algo de criterio y respeto por el grado también etílico del de al lado o de sus hábitos de sueño, sencillamente.

De esta manera los orgasmus, todos ellos, nos hacían protagonistas en La Casa del Ruido de constantes ruidos orgásmicos, que se oían como si estuvieras viendo una película porno por el notebook en tu cama. Ponían el equipo de audio de 1500W a toda ostia, otra vez, sin perdón, a cualquier hora del día y cualquier día; la basura que civilizadamente nosotros metemos en una bolsa y tiramos en un contenedor, ellos directamente la tiraban por las escaleras del edificio...así cuando te ibas a trabajar por las mañanas te encontrabas desde condones usados hasta pelas de plátano, cajetillas de tabaco vacías y toda clase de comida medio comida; y cuando no, tenían el detalle de meter la basura en bolsas pero dejarlas en tu puerta para que las bajaras tu abajo...y en el mejor de los casos, los más evolucionados, dejaban las bolsas en la puerta del portal para que `alguien´ las llevara al lugar adecuado, incluso porque no, algún ciudadano cívico que pasara por ahí si había suerte... Tampoco era extraño ver, en el cenit de sus escandaleras, a alguna chavalica o chavalico medio desnudos y descalzos por las escaleras.
Pero lo peor de todo...es, que como los orgasmus fuera de sus países no piensan, cuando montaban fiestuquis en sus casas, los invitados que esperaban para las concertadas ocasiones, timbraban siempre a mi interfono, puesto que sólo recordaban que era un `izquierda´ así que primero probaban con mi casa, luego con mi puerta y cual múltiples Grahams...en mi entonces inglés...volvía a decirles con cara de sabueso que se equivocaban...que la party estaba arriba..

Todo esto hacía difícil el vivir tranquilamente en dicho edificio y en dicho barrio de cuyo nombre si me acuerdo porque ahora, que vivo en el extraradio de Melrose Place, en la Madalenae, mi barrio de toda la vida, aún me llega algún que otro marujeo, como siempre, sin hacer ningún esfuerzo.

Dicho todo esto y asentada la base sobre la que quiero apoyar algunas de mis futuras entradas, quedo a sus disposiciones para aclarar cualquier punto escabroso o dudoso que mis lectores quieran puntualizar...

Como siempre a su servicio,
No.

(No quiero dejar de mencionar a mis queridos Dani y Arti, los primeros vecinos que tuve enfrente, un corto periodo de tiempo, que fueron y son los vecinos que una querría tener siempre y que saldrán a la palestra cuando hable de cómo me quedé encerrada en la calle. Buen rollo y sobretodo, buenas personas ;)

domingo, 6 de marzo de 2011

Hace poco más de un año yo vivía en un barrio de la Ciudad del Viento, llamado Melrose Place.
Melrose Place se levanta y esta sostenido por los cimientos de la Ciudad del Viento más histórica y antigua, donde hay una estatua de su fundador, casi rozando con el Ganchus, que debe ser la única que limpian en toda la ciudad (así que en cierto modo, era afortunada).
Por el norte le limita el río Iber, por el este el barrio de la Madalenae, por el sur el Centrus de la actual ciudad y por el oeste el Ganchus.
Melrose Place no deja de ser Centrus, pero es el histórico, es decir, el Cascus Historicus (así que en cierto modo, era muuuyyyy afortunada).
Todo era maravilloso, había encontrado una casa antigua de alquiler y barata, de techos muy altos (me encantan..), no tenía que coger nunca autobús urbano, vivía al lado de los bares donde salía, tenía el trabajo a 10 minutos andando, ya conocía gente en el barrio y sobretodo...iba a tener mi más deseada y anhelada independencia pobre.
(Os ubico con tantos detalles porque sé que Melrose Place y La Casa del Ruido y de Morti, van a darme para muuuchas entradas...así que es necesario)

Decidí llamarlo así cuando aún vivía ahí. El nombre se difundió  por mi parte a mi vecino y por parte de mi vecino y de mi misma al resto de los humanoides; así la denominación terminó difundiéndose poco a poco; y es de entender, puesto que la gente debió notar que encajaba perfectamente en el concepto comparativo que había creado y que reflejaba a la perfección el ambiente que había y sigue habiendo entre el barrio y aquella serie televisiva...
Estuve nada menos que la friolera de 5 años compartiendo piso con mi hermana SunSun.
(El porqué del nombre se entenderá perfectamente a medida que se avance en esta narración o en las sucesivas)
La cuestión es, que empecé a darme cuenta de que todo no iba a ser maravilloso cuando pasó el primer año...

La Casa del Ruido y de Morti, en La Ciudad del Viento
El edificio donde vivía era un edificio de 4 plantas con un principal, que era el rellano de la casa. Tenía dos pisos de sótanos, donde nadie jamás quería bajar;  por eso bajé yo un día, con linterna en mano (pero eso ya será otra historia..). La casa, y el edificio en sí, eran y son una cueva; no entraba la luz natural, más que en los pisos que daban chaflán, que no era el mío -una ventaja para el verano, en el que estabas de maravilla fresquita... pero una desventaja en invierno con el clima helador...aún con calefacción-.

PRINCIPAL: El Principal era una puerta, la de la calle, por la que entrabas después de arrastrarla como podías.. (pesaba tres quintales..) más unas escaleras que subían a los pisos y otras de bajada hacia los sótanos. Antes de subir, alguien con mala ostia..sin perdón, había colocado un espejo de cuerpo entero en el que siempre se reflejaba como con una neblina, la figura del que se quería ver y la bombilla amarilla que colgaba del techo, que daba una luz tan tenue que creías siempre ver a alguien más a contraluz.
La puerta se cerraba haciendo tal estruendo que si volvías pedo, se te pasaba antes de llegar a la puerta de casa; y por supuesto, daba igual en el piso en el que estuvieras.. te enterabas cada vez que se cerraba (aún metida dentro de la ducha o con Los Ramones a tope). Del mismo modo y sin más, oías a los 30 segundos la puerta del vecino que acabara de llegar, y si había subido con alguien o no, puesto que los baños de cada casa tenían un ventanuco de cristal translúcido que daba a la escalera. Así que si subías o bajabas sabías quién estaba en el baño en esos momentos, y si estabas tu mismo, oías perfectamente la voz del vecino en cuestión; o sabías quien era -si no hablaba- por  las formas de subir y bajar de cada uno, involuntariamente estudiadas (de una escalera en una y despacio, de dos en dos y deprisa, corriendo, cantando, silbando etc..).
En el Principal también estaban los buzones, todos reventados, en los cuales unos días estaba mi correo y otros.. me lo encontraba debajo de mi propia puerta de casa; después de que algún alma caritativa del edificio lo leyera y lo dejará ahí, para que supiera que lo que ponía en mi postal recién llegada...a partir de ese momento, era de dominio público de La Casa del Ruido.

PRIMER PISO: en el Primero Derecha vivía Angelines, nombre que nada le caracteriza y que voy a desterrar de su identidad ahora mismo, así que a partir de este momento, Angelines es Doña Ramona. Doña Ramona era una señora mayor que enviudó en el siglo I después de Cristo y que tantos años llevaba echando de menos al marido y creyendo verlo en cada esquina de la casa, que había enloquecido. Nos cantaba por las mañanas, los fines de semana, en el patio de luces mientras tendía la ropa canciones varias de un repertorio olvidado por cualquier humano de nuestro tiempo. Gracias a su detalle, las resacas eran un estado permanente desde el sábado al punto del alba hasta el domingo de madrugada.
Doña Ramona se pegaba el día hablando sola por casa; hablando sola mientras fregada las escaleras del edificio pegando la oreja a las puertas; hablando sola durante horas, murmurando y maldiciendo en voz baja y continua, después de echar broncas a grito pelado a los orgasmus, y así pasaba su vida...hablando sola.
El resultado es, que Doña Ramona nunca escuchaba a los demás y se tomaba la justicia por su mano cuando los ataques de locura repentinos se apoderaban de su cuerpo; es decir, cortaba el suministro de electricidad y agua sin más, mientras como un fantasma a oscuras por las escaleras de La Casa del Ruino, daba alaridos y echaba espumarajos por la boca - en esas ocasiones, ningún vecino hacía ni el más mínimo ruido-..
En el Primero Izquierda no vivía nadie. El piso, según supe en su día por mi vecino de rellano al llegar, eran unas oficinas. Pero unas oficinas de las que nadie sabía nada...ningún rótulo en la puerta de la calle, ningún rótulo en la puerta del rellano. Nada. Solo de vez en cuando.. se oían por las mañanas algunos pasos y alguien que abría o cerraba la ventana y la puerta. Nunca logré ver en persona a esa persona.

SEGUNDO PISO: en el Segundo Izquierda vivíamos SunSun y yo. El piso estaba todo reformado de cabo a rabo, así que cada vez que subía algún amigo o amiga se quedaban todos estupefactos alabando la suerte que teníamos por vivir ahí, tan cerca de todo, y pagando un precio de alquiler tan razonable. No sabían que esa era la Casa del Ruido y de Morti.
En el Segundo Derecha vivía el Exprimidor de Limones, mi vecino, un tipo la mar de divertido a la par que complicado, con el que me divertí y reí mucho y con el que compartí la mar de marujeos de Melrose Place sabiendo que nosotros mismos eramos objeto de múltiples marujeos, en el mismo lugar, pero equivocadamente. Afortunadamente, en Melrose Place también existían habitantes como SunSun, el Exprimidor de Limones, El Teletextero y yo, a los que casi nunca nos supuso dichos marujeos, más quebrantos que los de echar un par de gritos o ignorar a quien hubiera que ignorar; nos daba mas bien igual que un rumor fuera falso, puesto que sabíamos que desmentir un rumor en territorio comanche era más peligroso que difundir una mentira o una verdad, lo mismo daba.
Como dice mi querido Teletextero... al que quiere saber mucho...se le dice poco y alrevés.

Siempre nos llevamos bien el Segundo entero, a pesar de que El Exprimidor de Limones tenía unos horarios de sueño y habitabilidad muy distintos a los nuestros y cada vez que llegaba a casa por las noches, pegaba tal portazo a la puerta de su casa, que te despertabas de golpe de tu sueño en media centésima de segundo y pensabas... ¿qué ha pasado? ¿dónde estoy? ¿nos bombardean? ¿me atacan?... se lo dije muchas veces...pero el era así. El Segundo derecha y el Segundo Izquierda, como todos los pisos del edificio, estaban separados por ladrillos rojos de gominola, de esos que me gustan tan poco; así que el ruido y no ruido, todo...hasta las vibraciones, se expandían sutilmente hasta que llegaban a tu tímpano. Así, sin más, gratuitamente...; lo que hacía que te sintieras sin voluntad, puesto que era imposible no oír lo que no querías oír. Todos lo sabíamos todo de todos sin mover un dedo. Yo sabía cuando El Exprimidor de Limones meaba, porque su baño daba con el mío; tenía que poner el Pasapalabra a todo volumen para no escuchar sus conversaciones telefónicas; sabía sus horarios así como los horarios de los orgasmus (zona superior del edificio, zona de los sioux); cuando iba a entrar Doña Ramona o algún sueco por la puerta principal también lo sabía; sabía a que hora había puesto la lavadora cada uno y el tiempo que tardaban..
Si...lo sabía todo...sin poder evitarlo; hasta cuando Agustinus abría el Magnetismo, porque oía el ruido característico de su persiana, a la misma hora de siempre, todos los días menos los lunes.

Así vivíamos SunSun y yo...inmersas en un ritmo vital fluyente, intrínseco y disimulado que parecía normal siendo totalmente anormal. Cuando un día te fallaba un ruido te preguntabas...¿qué pasa hoy? algo se está cociendo..; pero no hacía falta hacer nada, el heraldo autoasignado ese día, gracias al suministro corriente de varias cervezas, te facilitaba gratuitamente y sin pedirlo toda la información noticial del día en Melrose Place.
De ahí que la decisión de salir de casa o no...fuera tan complicada.
Y es que no podías hacer un movimiento sin que alguien te viera...muchas veces llegué a sentirme como protagonista de una segunda parte del Show de Truman. Si tenías insomnio y a las dos de la mañana te asomabas por la ventana para mirar la calle (veías el aparato de alguien meando en el árbol de enfrente..-zona de bares..-), al día siguiente alguien te decía...ayer te vi en la ventana a las 2 de la madrugada con una bata marina.. al principio pensabas...jajaja que casualidad, que majos son aquí todos...y luego con la suma de ocasiones empecé a pensar.. ¿cómo? ¿dónde estabas si yo estuve mirando a la calle y no te vi? y empezabas a mirar los pisos de los edificios de enfrente...ahí tenía que estar la respuesta o el topo, y me sentía como la protagonista de La Ventana Indiscreta.

Continuará....
 

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