Biennnnn, que ganas tenia de escribir una entrada como dios manda (y eso que estoy escuchando a Rocio Durcal y a Georgie Dann por la ventana, desde la fiesta del Centro de Convivencia de la Tercera Edad...ya me estoy imaginando los yayetes intentando meterse mano...ejjejeje casposo).
Hoy toca recuerdos imborrables por la desfachatez y el gilipollismo de algunas personas, recuerdos de escenas y sensaciones que te chasquean los timpanos, y que como con efecto boomerang, hacen que se te vuelvan a poner los pelos como escarpias.
Es el caso que nos ocupa...el caso que incluye tres palabras malditas: el Caramelo, las muelas del juicio, y la directora Amarga (¿porqué no miraría el horóscopo aquel día? seguro que Marte confluía con Saturno y en medio del magreo les sorprendió ¿la Luna?)
¡¡¡¡tomad cóctel de verano!!! ¡¡¡¡tomad daiquiri de limón y sin azúcar!!!!
En fin....que se me va el santo al cielo, y son tiempos para que estén en la tierra.
Todo ocurrió en aquel encierro de dos malditos cursos académicos, en los cuales mis padres me metieron en el ya mencionado una vez en este blog como.... "el Caramelo", en respuesta a lo que ellos pensaban que era un descantillamiento total por parte de SunSun y mio (riete del rasero de los padres de ahora).
El Caramelo era un colegio privado....no se si con eso tengo que extenderme más, o no hacen falta detalles, pero voy a mencionar algunos...
En la práctica, y en resumidas cuentas, para el que siempre ha estado en colegios privados, acaba por no enterarse de la misa a la media (hasta que sale del susodicho algodón) y en todo momento cree que la vida es la que vive en su colegio, sin mas....; pero para la que ha ido a todo tipo de colegios como yo (públicos, privados, concertados, y del opus -no se merece la mayúscula-), es toda una vivencia comparativa allá donde me tocaba ir al curso siguiente.
Podríamos decir, que tengo el sentido adaptativo megadesarrollado...a base de experiencias tipo Paco Martinez Soria, pero de las que no hacen gracia.
Cuando yo entre en el Caramelo, venía de rebote y de salida de mi querido y amado Instituto Público (éste si con mayúsculas..), del barrio de Saint Joseph, en La ciudad del Viento....(la experiencia la conté en este post).
Bien, el cambio, como podéis imaginar, fue brutal....
De pasar a salir y entrar del instituto sin dar cuenta a nadie, pasé a ver como una monja cerraba la puerta del Caramelo con llave cuando habíamos entrado todos; de irme a mi casa si me encontraba mal y luego justificar la falta documentalmente, pasé a no poder irme a ningún lugar a no ser que me estuviera dando un infarto cerebral...y ojoooo tenía que adivinarlo antes de salir de casa, porque tenía ir con el justificante ya escrito y firmado por LOS PADRES!!! porque sino, no salias bajo ningún concepto = si, una cárcel.
Pasé de llegar a clase y ventilar el aula (SunSun y yo siempre llegamos a los sitios 10 o 15 minutos antes...defecto de educación que no hemos podido superar aún), a llegar a clase y ponerme pegada al radiador muerta de frío (porque las monjas no querían hacer gasto en calefacción, para llevarse la plusvalía a la saca..supongo), y a esperar a todo el mundo para rezar de pie (experiencia que por otro lado, no era nueva) y que a esas alturas me parecía de lo más ridículo.. (lo curioso...que no tuve jamás una profesora monja en el Caramelo).
En fin...podría dar más ejemplos y estar así mucho rato...pero muchos ya lo habréis experimentado y no os estoy descubriendo el mundo.
Centrándonos en lo que me ocupa, la intención de esta entrada es la narración de una conversación dialéctica entre una zagala de 18 años entonces (yo) con sentido común, y la Amarga (directora o subdirectora...ya no me acuerdo), monja ella de 50 o 60...vete tu a saber.. con didáctica autoritaria y cero sentido común.
A pesar de que a simple vista, por la descripción hecha, la posesión del sentido común debería ser a la inversa dadas las edades, se dio lugar un hecho que puso en entredicho cualquier norma establecida sobre prejuicios dados, tomados, asaltados, adheridos, implantados, machacados, sobrevalorados, etc....
Partiendo de la premisa, que a pesar de mi reacción normal ante semejante atropello en mi vida de aquel día, mis padres no me iban a apoyar (puesto que para entonces lo que decía una monja o un cura iba a misa, aunque fuera la animalada más gorda o la estupidez más arbitraria), yo no pude evitar ser como soy.
Y.... armé una "gorda" según la perspectiva de ellos, claro.
El acontecimiento que voy a narrar ocurrió el primer año de esos dos de cautiverio, de hecho, no llevaba ni 4 meses en la prisión.
Justo entonces, a mi me estaban saliendo las muelas del juicio de tan sumamente nefasta manera, que los empentones que me daban para querer salir, de vez en cuando me hacían querer coger un cutter, abrirme las encías de un tajo y sacarme la muela yo misma; u optar por la opción b = pegarme puñetazos en la muela...en fin...¡¡algo!!.
El dolor superaba con creces el trauma de la catequesis y de Joan Manuel Serrat cuando la Patillosa "nos preparaba" para la confirmación = con eso lo digo todo. Me sentía como Di en su último dolor de muelas....(pinchar en este camino al abismo), solo que yo no me podía mover del colegio y no tenía ni un triste ibuprofeno...(pero los dolores de muelas no se pueden comparar, todos son horribles, sean cuales sean las circunstancias...los refranes populares avalan mi teoría).
Tan mal me salían, que crecían de manera horizontal...empujando el resto de las piezas dentales, así que pronto tuvieron que ser extraídas por un cirujano, que por cierto, fue digno de una cualquier mala película de terror..
Bien, encontrábame yo en dicho lugar en horario de tarde (2 horas = 2 clases), en la primera clase, matemáticas, fue cuando el dolor de muelas (que ya me aquejaba desde hacía unos días de una manera más light...) hizo erupción y la apoteosis fue inaudita.
Como yo ya llevaba unos días encontrándome mal...mi madre era conocedora de la situación, y yo temiendo que me pusiera peor, le avisé que si cuando empezara lo insoportable (fuera el día que fuera) me encontraba en el colegio, me volvería a casa; cosa con la que lógicamente, mi madre siempre estuvo de acuerdo.
La traducción del dolor además de pinchazos, calambres y palpitaciones, era la de fiebre y dolor en el cuello, vamos todo un panorama. Sufriendo dichos dolores, decidí que al terminar de clase, antes de empezar la segunda hora = educación física (era lógico que no estaba para hacer el pino) me marcharía a casa.
Cuando se terminó la clase el dolor era insufrible; cogí mis cosas y me disponía a salir del Caramelo cuando la monja del habitáculo vigía de la entrada me dio el alto.
Me quedé estupefacta...¿qué narices quería esa doble de la administrativa ceniza de Monstruos S.A?, me quedé aun más estufecta cuando me interrogó que adonde iba, cosa que le expliqué con toda mi buena educación, además de comunicarle el motivo y mi situación....(cosa que consideré fuera de lugar, puesto que no tenía porque hacerlo, o eso me creía yo...). Todo parecía de una rara normalidad medio normal, cuando el color de la cara se me cambió a verde, en el momento en el que me preguntó si llevaba justificante de mis padres....
¿¿¿¿Qué que???? ¿¿¿¿Es una broma???
(Ahora la cara de ella era verde como la mía...) A mi no me hables así...
¿Perdón? ¿así como?....
Pues con esa chulería...
Pero..¿¿¿¿qué chulería??? es que creo que no me ha entendido...me encuentro mal y me quiero ir a mi casa....
¿Y cómo se yo que te vas a tu casa?....
¿¿¿¿¿Cómo????....(ahora mi cara era morada) Ya me disculpará usted, pero no tengo 12 años....
¿Qué? Voy a llamar a la Amarga!!!....
Llame llame, que seguro que lo entenderá, además si quiere puede llamar hasta a mi madre, como cuando parvulitos, que ella ya sabe que me están saliendo las muelas del juicio y le avisé que si me encontraba mal me marcharía a casa.
Se dirige a su cuchitril y descuelga el teléfono... (acabo de tener un flash back...lo mismo que hizo la policía israelí en el aeropuerto cuando Hermes y yo llegamos a Tel Aviv, hace casi dos años); veo y oigo como le explica el suceso... = como si yo fuera una presidiaria condenada por asesinato, pillada infraganti en un intento de fuga, y con un nerviosismo falso y caracterizado, como si estuviera haciendo esfuerzos físicos y mentales por retenerme.
En Shock. Que cabrona...
Cuelga. Me dice que tengo que ir al despacho de la directora a hablar con ella y que además ella misma me acompaña (que honor). Yo estaba alucinada y expectante....¿que habría hecho yo? ¿qué es lo que pasaba realmente? me sentía Jack el Destripador...y no sabía ni porqué, ni cómo había llegado hasta esa sensación.
Le dije que encantada de la vida iba a hablar con la directora, que seguro que ella con buen criterio lo entendería. ¡Ja!.
Con una muy buena educación me presenté ante "LA AMARGA" y le explique lo que me pasaba, que no entendía eso de dar el alto de las maneras que me lo había dado la señora presente, y que no estaba de acuerdo en que se me tratara poco menos que como una delincuente, que no entendía esa actitud de la portera y esa mala educación. ¡Ja!
La misma actitud y mala educación recibí de la Amarga...bueno, peor.
Ante mi estupor real, le pedí de buenas maneras, si por favor tenía la bondad de llamar a mi madre ahí mismo (ya que tenía teléfono en la mesa) para corroborar lo que yo estaba diciendo (puesto que delante de mi cara me tachó de mentirosa, como que me lo estaba inventando todo para hacer una pirola e irme por ahi a zascandilear...). No le salió de los huevos. Los ojos se me quedaron como platos. No me lo podía creer. Me hervía la sangre y sentí una impotencia tal....que quise abofetearla. Le dije cuatro cosas con educación pero bien dichas.
Ni siquiera tuve el derecho de la llamada....un secuestro en toda regla.
Además de tratarme como una mierda, no me dio ni un analgésico y me dijo que me fuera a la biblioteca a ver si podía dormir ahí..."encima de la mesa" (palabras textuales).
Sin lugar a dudas, una de las ocasiones en mi vida más ridícula, pero en la que más he sentido la humillación y la denigración en vivo y en directo.
Me fui a casa sin fuerza. Me sentía tan por encima y tan lejos de ese tipo de educación, que no me podía creer que con esa edad aún me tocara vivir cosas de ese tipo en un colegio.... ¿pero qué le costaba descolgar el teléfono y llamar? nada.
Llegué a casa y le conté lo sucedido a mi madre. Mi madre, por supuesto, y como siempre, no me apoyó...sin embargo note que, en el fondo y con parte de su silencio, algo de razón me daba, pero no hizo nada. Tampoco llamó al colegio, como yo le pedí.
Mis profesores y la "jefatura" del lugar, supieron la verdad...puesto que acabé, en lugar de sentada en la silla de la mesa del colegio...en el sillón del dentista en una cirugía.
La tutora de ese año, L----a, habló después conmigo para "medio" disculparse por el suceso, pero recalcándome que las cosas ahí no se hacían como yo las hacía...que lo entendiera...
Por supuesto, la Amarga no se disculpó conmigo....y yo jamás volví a dirigirle ni una mirada.
Colorín colorao esta paparruchada, se ha acabao.
Al hilo de Joseph Campbell
Hace 4 horas